Esté atento a algunos de los engaños espirituales más comunes.
A pesar de que las acciones del ser humano son dirigidas por la mente, puede acomodar hipócritamente su conducta para engañar al ámbito social en que vive o para disfrazar su verdadero comportamiento.
By Dr. Ricardo Norton: Profesor de Teología en la Universidad adventista de Andrews, Estados Unidos. Fuente: Ministerio adventista, julio-agosto 2015.
Por muchos siglos, devotos cristianos y creyentes de otras religiones han buscado cerca nía espiritual con el Creador a través de penitencias, meditación, aislamiento, o clausura; e, incluso, mediante sacrificios. Los seres humanos han identificado su espiritualidad basados en criterios personales, que no siempre respetan la teología bíblica. En días del Antiguo Testamento, repetidamente Jehová reprendió a personas que sacrificaban a sus propios hijos para granjearse la aceptación de sus dioses (Lev. 18:21; Deut. 12:2; 1 Rey. 3:2; 12:31). Este tipo de devoción espiritual no es aceptable para el Dios de la Biblia; pertenece a un género de engaños espirituales que históricamente ha confundido a muchos adoradores.
La palabra “engaño” es definida como “Falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre”. Un engaño espiritual puede ocurrir por lo menos de dos maneras: la primera, cuando intencionalmente se conduce a otra persona a creer en algo que no es la verdad. Esto ocurre más fácilmente cuando la distancia entre la verdad y la mentira es escasa, y cuando se ha inculcado sistemáticamente la mentira a una persona; actividad vulgarmente conocida como “lavado de cerebro”. Jesús advirtió en contra de falsos profetas que para engañar a las ovejas entrarán en el rebaño “vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces” (Mat. 7:15).
Por otro lado, existe el autoengaño. Este fenómeno ocurre, en el contexto religioso cristiano, cuando un creyente acepta sinceramente una falsa creencia o práctica como si fuera verdad. El autoengaño es definido como “La acción o práctica de creer en algo falso o que no ha sido validado”. Bajo esta definición, el autoengaño puede representar a personas que intencionalmente han descartado evidencia empírica contraria a la realidad. También representa a personas que creen sinceramente en algo que es incorrecto.
Por ejemplo, creer que con matar a ciertas personas se está ejecutando la voluntad de Dios, como predijera Jesús (Cfr. Juan. 16:2). La gente que busca una conexión espiritual con Dios puede estar engañándose a sí misma haciendo algo incorrecto, pensando que está en lo correcto. El apóstol Pablo reprendió a los miembros de la iglesia de Corinto por pretender ser espirituales, siendo que su estilo de vida era similar al del mundo. En esta congregación existían “celos, contiendas y disensiones”. A pesar de ser cristianos adultos, el apóstol tuvo que tratarlos “como a niños en Cristo” (1 Cor. 3:1-3). Pablo encontró problemas similares en la iglesia de Galacia. Miembros de esta iglesia habían abandonado su fe, cediendo a la influencia de falsos maestros. Dirigiéndose a ellos, les dijo: “¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” (Gál. 3:1). Los cristianos que no están firmemente ci mentados en la verdad pueden ser fácilmente confundidos y descarrilados, al punto de aceptar creencias y prácticas equivocadas.
Jesús advirtió que antes de su segunda venida muchas personas engañadas reclamarán el Reino de los cielos mostrando señales y prodigios que en su opinión son genuinos, pero que para Jesús son solamente engaños espirituales. Su respuesta será: “Apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:23). Lo más alarmante acerca de este veredicto es que algunos “engaños” realizados por estas personas incluirán “echar demonios” en el nombre de Cristo (Mat. 7:22). Satanás es un experto en falsificar la verdad para descarrilar a los seguidores de Cristo. Con estos fines usa a elocuentes falsos maestros, quienes engañan “aun a los escogidos” (Mat. 24:24). Hay falsos maestros que, sabiendo que están en el error, engañan a las personas, con fines maléficos. Dentro de la iglesia también existen maestros que se engañan a sí mismos, y que enseñan creencias erróneas, creyendo con sinceridad que están siendo guiados por el Espíritu Santo. Pero el fruto de su trabajo es destructivo.
Los cristianos autoengañados tienden a ser críticos, acusadores; con frecuencia, causan mucho dolor en la congregación. Las próximas páginas analizan algunos de los engaños espirituales más comunes adoptados por profesos cristianos, que sinceramente piensan que están encaminados en la teoría y la práctica del verdadero cristianismo, cuando en realidad están en el error.
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©Pierluigi Luisetti